Tengo una mala costumbre, cada vez que veo una edición nueva de El Amante, tengo que comprarla, procuro no mirar mucho por si acaso.
He leído con placer su obra, he puesto una piedra sobre su tumba, he regalado sus libros y los he recomendado, no sé si será mi escritora favorita, pero sí una de ellas.
Mi vecina es estudiante de piano y hoy justamente es preferible que se dedique a otra actividad que la aleje del teclado.
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